Estoy en la base, son las 19.50 y hoy lleva todo el día en mi cabeza. Acabo
de llegar de un simulacro en Ayamonte (Huelva), y un alto porcentaje del día se
me ha ido pensando en él. Cierto es que lo he dado todo en el ejercicio, pero
no puedo negar que mi mente estaba en otro lado, estaba con Pepe.
Cuando ayer a media tarde vi la cara de Ainhoa (Técnico del GREA) dándonos
aviso de una reunión urgente en nuestra sala de emergencias, sabía que algo iba
muy mal. Son 7 años junto a ella y ya la voy conociendo, su rostro lo decía
todo: “Me ha llamado Pablo, ha habido un accidente de helicóptero en el
incendio de Valencia, es Pepe, está desaparecido”. En ese momento se te para el
mundo, el corazón, el aire que respiras... un silencio de 3 segundos se hace en
la sala, 3 segundos eternos. De nuevo, en mi caso y en el de muchos, se repite
la experiencia. Otro compañero y amigo que se deja la vida en helicóptero por
dar servicio a la ciudadanía.
Desde el 15 de diciembre del 2004 hasta el 1 de mayo del 2012, Pepe ha
estado conmigo en el GREA. Los recortes gubernamentales decidieron que a partir
de esa fecha nos retirasen el servicio de helicóptero, y Pepe fue destinado a
otro lugar. Han sido muchos años juntos, donde nos hemos reído, donde hemos
pasado momentos duros, nos hemos jugado la vida en muchas ocasiones, hemos
compartido cientos de horas de vuelo, muchas comidas de navidad, de año nuevo e
incluso he tenido el privilegio de haber sido el primer hombre que le ha dado
un beso a Pepe en la mejilla!!! Siiii... el día de mi boda. Lo he querido
mucho, era una persona muy entrañable y le ví tan contento en ese día que me
emocionó, agarré su cara y delante de toda su mesa le solté un besazo. Si
Maite, su mujer, se quedó boquiabierta, imaginad la cara del Coronel, de
nuestro Pepe. Hoy, 24 horas después de haber subido al cielo, me siento
orgulloso de haberlo hecho y jamás en mi vida olvidaré ese momento.
Cuando Pepe estaba en mi turno de guardia, me ponía muy contento, ya que
había éxito culinario seguro. Si tenía unas manos precisas para manejar ese
pajarraco de 4 palas y 2 turbinas, las mismas manos te preparaban una exquisita
fideuá, un sabroso arroz con pollo y chorizo picante o unos suculentos
higaditos de pollo en salsa con puré de patatas, sin olvidarme por supuesto de
ese pollo al curry con arroz o la famosa carrillada. Pepe me llamaba el Capitán
Araña (porque yo lo organizaba todo en la cocina sin hacer nada) y se “jartaba”
de reír conmigo.
Nadie quizá imagine como se puede tener tanta afinidad con un compañero de
trabajo, pero este no es un trabajo cualquiera. Cuando te juegas la vida varias
veces a la semana, no tienes más remedio que confiar en la persona de la que de
vez en cuando pende tu vida. Llevo 2 años como rescatador (o llevaba hasta los
recortes), y han sido muchas las veces que durante muchos minutos mi vida ha
dependido de Pepe. Siempre he estado tranquilo a su lado, jamás he puesto en
duda su profesionalidad, viajar con él a los mandos del helicóptero era similar
a cuando tu madre te llevaba en el carrito de pequeño, sabías que no te iba a
pasar nada. Es el piloto que cualquier equipo quiere tener en sus filas.
Hoy ya no cocinará para nosotros, hoy ya no volará para nosotros. Hoy hará
de comer para unos comensales muy especiales en una base que se encuentra a
miles de kms de la tierra, comensales celestiales privilegiados de degustar la
cocina de Pepe, comensales que serán la nueva tripulación de ese helicóptero
astral. Ha llegado a su nueva base donde ha sido recibido con honores
gloriosos. Dios estaba esperándole en su eterna helisuperficie, y delante de todo su ejército de Ángeles perfectamente
formados, se ha cuadrado, ha llevado su mano derecha con los dedos juntos hacia
su sien, le ha mirado fijamente y le ha gritado: “A la orden de Usía mi Coronel
!!!!“
En tus manos una y mil veces... D.E.P. Pepe. Jamás te olvidaré.