martes, 3 de julio de 2012

A la orden de Usía mi Coronel !!!


Estoy en la base, son las 19.50 y hoy lleva todo el día en mi cabeza. Acabo de llegar de un simulacro en Ayamonte (Huelva), y un alto porcentaje del día se me ha ido pensando en él. Cierto es que lo he dado todo en el ejercicio, pero no puedo negar que mi mente estaba en otro lado, estaba con Pepe. 

Cuando ayer a media tarde vi la cara de Ainhoa (Técnico del GREA) dándonos aviso de una reunión urgente en nuestra sala de emergencias, sabía que algo iba muy mal. Son 7 años junto a ella y ya la voy conociendo, su rostro lo decía todo: “Me ha llamado Pablo, ha habido un accidente de helicóptero en el incendio de Valencia, es Pepe, está desaparecido”. En ese momento se te para el mundo, el corazón, el aire que respiras... un silencio de 3 segundos se hace en la sala, 3 segundos eternos. De nuevo, en mi caso y en el de muchos, se repite la experiencia. Otro compañero y amigo que se deja la vida en helicóptero por dar servicio a la ciudadanía.

Desde el 15 de diciembre del 2004 hasta el 1 de mayo del 2012, Pepe ha estado conmigo en el GREA. Los recortes gubernamentales decidieron que a partir de esa fecha nos retirasen el servicio de helicóptero, y Pepe fue destinado a otro lugar. Han sido muchos años juntos, donde nos hemos reído, donde hemos pasado momentos duros, nos hemos jugado la vida en muchas ocasiones, hemos compartido cientos de horas de vuelo, muchas comidas de navidad, de año nuevo e incluso he tenido el privilegio de haber sido el primer hombre que le ha dado un beso a Pepe en la mejilla!!! Siiii... el día de mi boda. Lo he querido mucho, era una persona muy entrañable y le ví tan contento en ese día que me emocionó, agarré su cara y delante de toda su mesa le solté un besazo. Si Maite, su mujer, se quedó boquiabierta, imaginad la cara del Coronel, de nuestro Pepe. Hoy, 24 horas después de haber subido al cielo, me siento orgulloso de haberlo hecho y jamás en mi vida olvidaré ese momento.

Cuando Pepe estaba en mi turno de guardia, me ponía muy contento, ya que había éxito culinario seguro. Si tenía unas manos precisas para manejar ese pajarraco de 4 palas y 2 turbinas, las mismas manos te preparaban una exquisita fideuá, un sabroso arroz con pollo y chorizo picante o unos suculentos higaditos de pollo en salsa con puré de patatas, sin olvidarme por supuesto de ese pollo al curry con arroz o la famosa carrillada. Pepe me llamaba el Capitán Araña (porque yo lo organizaba todo en la cocina sin hacer nada) y se “jartaba” de reír conmigo.

Nadie quizá imagine como se puede tener tanta afinidad con un compañero de trabajo, pero este no es un trabajo cualquiera. Cuando te juegas la vida varias veces a la semana, no tienes más remedio que confiar en la persona de la que de vez en cuando pende tu vida. Llevo 2 años como rescatador (o llevaba hasta los recortes), y han sido muchas las veces que durante muchos minutos mi vida ha dependido de Pepe. Siempre he estado tranquilo a su lado, jamás he puesto en duda su profesionalidad, viajar con él a los mandos del helicóptero era similar a cuando tu madre te llevaba en el carrito de pequeño, sabías que no te iba a pasar nada. Es el piloto que cualquier equipo quiere tener en sus filas.

Hoy ya no cocinará para nosotros, hoy ya no volará para nosotros. Hoy hará de comer para unos comensales muy especiales en una base que se encuentra a miles de kms de la tierra, comensales celestiales privilegiados de degustar la cocina de Pepe, comensales que serán la nueva tripulación de ese helicóptero astral. Ha llegado a su nueva base donde ha sido recibido con honores gloriosos. Dios estaba esperándole en su eterna helisuperficie, y delante de todo su ejército de Ángeles perfectamente formados, se ha cuadrado, ha llevado su mano derecha con los dedos juntos hacia su sien, le ha mirado fijamente y le ha gritado: “A la orden de Usía mi Coronel !!!!“

En tus manos una y mil veces... D.E.P. Pepe. Jamás te olvidaré.

lunes, 21 de mayo de 2012

¿Es duro un triatlón olímpico?

Lo estás dando todo durante 1500 metros de natación, seguidamente te exprimes en 40 kms. de bicicleta y después corres lo más rápido posible durante 10 kms. más... contéstate tú mismo: "¿es duro un triatlón olímpico?"

Cuando por culpa de mi amigo Iñigo comencé a "jugar" a esto de la combinación de varios deportes, nunca pensé que iba a conseguir lo que estoy consiguiendo. Quizá para algunos, ganar un triatlón sea pan comido, para mi el pan comido es terminarlo e intentar siempre que el último resultado conseguido, sea mejor que el anterior. 

Hacer el XVI Triatlón de Sevilla en distancia olímpica fue idea de mi entrenador Jose María Merchán, cuando me lo propuso me quedé boquiabierto y mi respuesta fue: "tú estás loco, como voy yo a hacer un olímpico!!".  Pero el loco fuí yo, que a los 3 días me estaba inscribiendo en esa categoría.


La natación, dentro de mis mediocres marcas, es mi punto débil. Era la parte de la carrera que más me preocupaba, o mejor dicho, la que más nervioso me ponía. La bicicleta y la carrera a pie, más lento o más rápido, sabría que no habria problema con ellas. Pero la experiencia me ha demostrado que aquí 2+2, no siempre no son 4.

Natación

Cuando llegué a la orilla, fijé mi mirada en el río y su circuito. Lo primero que pensé fue que no era para tanto, 2 vueltas a ese circuito no iba a ser tan difícil. El miedo desapareció por completo, quizá la confianza de saber que lo haría bien, me tenía tranquilo. Había que lanzarse al agua desde el pantalán, dar una vuelta completa, volver a subirse a él y lanzarse de nuevo para completar la 2ª vuelta.

Llaman por megafonía a los participantes, el pellizco aparece en el estómago. Como siempre y como ya sabéis, hay dos personas que siempre vienen conmigo, mi mami y mi amigo Iñigo. Rezo rápidamente mientras ando, lanzo mi beso al cielo, me encuentro con mi entrenador, le pido la mano, eso me anima... ya estoy en el pantalán, al agua!!.

La primera vuelta la terminé en unos 15', la segunda, por el cansancio acumulado, en aprox. 18'. Total: 33', una barbaridad. Lo positivo, que mi ritmo ha mejorado respecto a competiciones anteriores, teniendo en cuenta además que esta distancia es más larga, el doble. Lo negativo, sigo siendo lento. Queda mucho trabajo por hacer.... y lo haré.

Bicicleta

Poco que contar aquí. Encontré un grupo, quizá un pelín lento para mi, pero era lo que había. Escaparse era complicado, había muchas zonas donde el aire soplaba en contra, y luchar contra el viento en la soledad, es bastante duro. El respeto a la nueva distancia no me permitía hacer locuras, y decidí aguantar con ellos. Como siempre, disfruté de lo lindo rodando en grupo, es divertidísimo.

Un pequeño detalle que debo nombrar de este tramo, fue la hidratación. "Estrené gasoil" nuevo (sales minerales, no sean mal pensados) y tenía un sabor un poco raro, no fui capaz de beberme el bote entero (500 ml) en los 40 kms. de recorrido. Cada sorbo que daba me sentaba fatal, tanto de sabor como en el estómago. Pero bueno, había que hidratarse y suponía que ese era el sabor correcto.

Carrera a pie

Es la disciplina que mejor se me da de las tres. Llego a la transición, dejo la bici, el casco, las gafas, me pongo las zapatillas y comienzo a correr. Miro el crono y el tiempo que veo es bueno para mi. El cálculo mental que hago en ese momento, me indica que si todo sale bien, mi crono final rondará las 2h25'-2h26'. Me pongo muy contento... pero una pequeña sorpresa, que para eso se llama sorpresa, iba a aparecer de repente.

Nada más comenzar a correr, llevaría unos 200 metros desde la transición, aparece el primer punto de avituallamiento líquido. Tomo un pequeño vaso de agua con la mano y le doy el primer sorbo. No me sabe a gloria como siempre, cae de mala forma en el estómago. Algo no va bien.

De repente, mi cuerpo no tira, la barriga la tengo hinchada y me da punzadas el estómago al correr. Tengo que bajar mi ritmo y me pongo a 4'45" (un ritmo lento para mi). Hago de tripas corazón y sigo corriendo como puedo.

El circuito de carrera a pie consistía en un tramo de recta largo que nos llevaba al parque del Alamillo donde allí teníamos que dar 3 vueltas y media a un circuito mas o menos circular. 

Llego al parque y me dispongo a dar la primera vuelta. No puedo tirar. Las punzadas en el estómago son mayores. El GPS me indica que voy a 5'05". Voy parado. Tengo que admitir que se me pasa por la cabeza retirarme, pero mi amor propio y la presencia como espectadoras de excepción de mi mujer, mi suegra y de mi amiga Raquel (la mujer de Iñigo), hacen que esa absurda idea salga rápidamente de mi cabeza. Había que terminar la carrera sea como sea, por mi, por ellas y por los que no están, mi mami y mi Iñi, que para eso este triatlón estaba especialmente dedicado a ellos. Pero no termina ni la mitad de la primera vuelta cuando tengo que pararme y ponerme a andar. La impotencia en ese momento es increíble, no os lo podéis imaginar.

Me tiro un buen rato andando. Había que terminar, había que terminar, había que terminar, había que terminar... esa frase multiplicada por 60-80 veces más, se pasaba en esos momentos por mi cabeza. Me siento un poco mejor y decido empezar a trotar. Se calma el dolor y empiezo a coger ritmo. Entre la ausencia momentánea de esa punzada y el buen ritmo que llevo empiezo a animarme: "ahora si soy yo, este es mi ritmo". Me pongo a 3'45" y mantengo un buen rato, para luego bajarlo  algo y rondar los 4'00" el km. Cada vez que paso por un avituallamiento no se me ocurre coger líquido, todo lo que bebo sienta mal. (Un dato a tener en cuenta, es que no pude beber nada hasta pasadas 2 horas desde la finalización de la carrera).

Llega el tramo final de carrera, recta de meta. Cual es mi sorpresa que justo 10 metros antes de la línea de llegada, en la valla, me encuentro apoyadas aplaudiendo a mi mujer, a la madre que la parió, a Raquel, a Pablo y a Claudia. La participación en esta distancia estaba especialmente dedicada a mi amigo Iñigo, y tener allí a su mujer, a su hija y a su sobrino viéndome cruzar la meta, me puso los pelos de punta, así que tuve que pararme y dar uno de los besos y abrazos más emotivos y especiales que uno puede dar en su vida. Ese beso y ese abrazo, era como si en ese momento se lo estuviese dando a él. Y es que el muy cabrón (lo siento), está todos los días en mi cabeza.

Consigo terminar la carrera. El sufrimiento fue increíble, pero la satisfacción indescriptible (mi cara de la foto recién terminado, lo dice todo). Tiempo final 2h32'. Posición 241º de 340 finalizados (450 inscritos). Crono más que aceptable para mí, pero lejos de lo que podía haber sido.

Dedicado a mi madre y a Iñigo, mis ángeles de la guarda. A mi mujer, mi pequeña atleta que siempre está ahí... a mi padre y a toda mi familia carnal y política, por poder disfrutar de ellos en vida. A Raquel por su presencia en la carrera animando, y por hacerme sentir importante en su vida. A todos mis amigos y compañeros de trabajo que siguen confiando en mi, y a mi entrenador José María Merchán, sin él desde luego que no estaría donde estoy ahora.

Dar las gracias a Victor "DIOS" Romera por las excelentes fotos que me hizo.




"En el próximo olímpico de Sevilla, tengo que bajar de 2h 20min"... ¿Es duro un triatlón olímpico?

lunes, 26 de septiembre de 2011

Triatlón de Punta Umbría... no he sido pez en el agua.

Lo tenía claro... tenía que bajar la marca del Triatlón de Estepona.

25 de septiembre, domingo, hace fresquito a primera hora de la mañana. Mi mujer y yo nos hemos levantado tempranito, hoy participo en el XI Triatlón de Punta Umbría (Huelva) y ella como siempre... a mi lado. Que grande es la joía!!

Solamente es mi segundo triatlón y no estoy tan nervioso como la primera vez en Estepona. Quizá la experiencia de cuando competía en moto, hace que controle este tipo de situaciones. Estoy mucho más tranquilo, pero sin embargo hay algo que me preocupa, la natación. Septiembre es un mes malo para las piscinas en la zona donde yo vivo, y cierran todas para empezar la nueva temporada, así que un mes es lo que he estado sin nadar. Con solo 3000 metros repartidos en 2 días (gracias a mi entrenador por buscarme la piscina), no podía aspirar a más en Punta Umbría. Estaba claro, había que terminar la natación lo mejor posible, para afrontar las siguientes transiciones.

Natación (750 m.)

Me voy trotando hacia la zona de salida en la playa, estiramientos, me meto en el agua a nadar un poco. Esto está listo... ya mismo estoy dándolo todo. En la linea de salida no puede faltar acordarse de los de siempre, y como es habitual mi rezo antes de empezar, va por ellos dos. Mi mami y mi Iñigo, siempre vienen conmigo.

Salida!! Me lanzo al agua como un caballo desbocao. Aprendí en Estepona que lo de "maricón el último" va en serio, así que ya no hay miedo por estar ahí delante buscando hueco como los demás. La playa de Punta Umbría no es muy profunda al principio, por lo que estamos más de lo habitual "corriendo en el agua". Llega el momento de zambullirse... comienza la natación.

150 metros... esa triste distancia duró mi satisfación de ir en los puestos de "cabeza", calculo entre los 75 primeros. A partir de ahí empezó a pasarme gente por todos lados... que calvario. No me quedó otra que gritarle mentamente a mi angel nadador, buscando su apoyo desde el cielo (él si que era un pez en el agua), tenía que manterner el ritmo e ir avanzando metros, lo máximo y mejor posible, habia que aguantar.

22'30" marcaba mi crono en el momento de pisar la orilla (4' más que en Estepona. Aquí también hemos nadado más distancia por error de medición. Se calcula que unos 850-900 m. ha sido el total de la prueba). Ahora mismo iba por debajo de mi objetivo, no estoy en tiempo de superar mi primer triatlón. Salgo refunfuñando del agua... pero no pierdo la confianza ni la esperanza.

Una subida me lleva a la zona de boxes... mi pequeña de carbono me está esperando impaciente.

Bicicleta (20 kms.)

Transición rápida. Suelto gorro y gafas de natación, me pongo las de sol, el casco, el dorsal, agarro la bici... empieza el pedaleo. Los 3 primeros kilómetros los hago solo, no tengo a nadie relativamente cerca por delante y el pequeño viento que sopla de cara me impide acercarme a ellos. De repente me adelantan dos personas (chico y chica). La chica, con la que casualmente habíamos coincidido en una área de servicio de la autopista, mira hacia atrás y me hace gestos para que me pegue a su rueda y así lo hago. Vamos durante un tiempo los 3 solos, tirando, hasta que de repente un grupo de 10 personas nos da caza. Lógicamente nos pegamos a ellos. El grupo se convierte en 13 unidades. 13 bicicletas tirando a un buen ritmo, con puntas de llaneo de hasta 42 km/h. Dando relevos, agachados, que ritmazo... estaba disfrutando de lo lindo. Momentos como ese, son los que hacen que el sufrimiento de un triatlón, pase a segundo plano. Te olvidas si te duelen las piernas, si has sufrido nadando y dejas de pensar en lo que te queda aún... solo sientes que estás gozando.

A falta de aprox. 1 km. para la siguiente transición, pienso que lo mejor es ponerme en la cabeza del grupo en plan valiente. Lo consigo!!, me pongo a rueda del primero y ahora somos los dos los que tiramos de los 11 restantes!!! La idea, era colocarme delante para llegar lo más adelantado posible a la transición, y conseguir así entrar limpiamente en la zona de boxes, evitando la aglomeración de las 13 unidades. De hecho, cuando me descalzo, al bajarme de la bici justo en la línea donde los jueces indican que hay que hacerlo, una bici me golpeó lateralmente. Sin mayor problema me pongo a correr bici en mano, entro en la zona de boxes, la dejo en su sitio, me quito el casco, me pongo las zapatillas... y a correr!!

Miro el crono, sorprendentemente llevo 57'... voy 3' por debajo de mi tiempo de Estepona. El ritmo de bici ha sido buenísimo. Estoy "batiendo mi record". La carrera a pie promete.

Carrera a pie (5 kms.)

Feliz y contento inicio mi transición a pie. Voy por debajo del tiempo, si mantengo el ritmo de Estepona, conseguiré mi objetivo.

Me pongo a correr, llevo un buen ritmo, lo noto. Se nota que estoy más fatigado que en mi primer triatlon y que estoy apretando más. No gasto bromas por el camino, no busco a mi mujer para saludarla, solo tengo fuerzas para tirar, tirar, tirar, tirar, tirar... concentrarme en lo que estoy haciendo. Son dos vueltas a un circuito de 2,5 kms. A mitad del circuito está mi entrenador (José María Merchán), solo, debajo de un arbol, observando la carrera. Sus consejos y palabras de ánimo a mi paso, incrementan mi ritmo, "vas de puta madre" me dice.

Cuando completo la primera vuelta miro el crono, mi satisfacción al ver el tiempo que llevo me hace apretar más. "Si mantienes este ritmo, cumples el objetivo sobrao", es la frase que ronda mi cabeza en ese momento. Aprieto los dientes, quedan 2 kms. Aquí el esfuerzo ya se nota, y para colmo hay que apretar más.. nada de mariconadas. Vuelvo a pasar por delante de mi entrenador: "Baja los brazos!!! Adelanta el cuerpo!!! Visualiza un objetivo!!!" - me grita animándome. Así lo hago. El cabrón sabe de esto. Al poner en ese momento en práctica sus 3 consejos, la zancada se hace más grande.

Ultima curva, larga recta final, veo la meta, miro el crono.. "aprieta coño aprieta, que bajas de 1h17'... vamos!!".  Acompañado de otro corredor, aumentamos bastante el ritmo los últimos 500 metros... mi momento de gloria está muy cerca.

Me da por mirar a la izquierda, a la grada. Allí estaba de pie con su blackberry en la mano, una morenaza haciendo fotos... mi mujer. Puedo sonreirle, tirarle un besazo... 25 metros... me santiguo, le doy las gracias a los dos que se vinieron nadando conmigo al principio, les tiro su beso al cielo... 1h16'41"... mis cojones han rebajado 5'03" mi tiempo de Estepona y con el crono oficial en la mano, la carrera a pie la he llevado a ritmo de 3'50" el km.

Puesto 171º de la general... 107º de mi categoría (350 inscritos). Desastroso en natación, satisfecho en bicicleta, orgulloso en la carrea a pie...

Próxima cita... 9 de octubre, Triatlón de Málaga.


Gracias a mi mujer, mi familia, mi entrenador Jose María Merchán, OFSport (www.ofsport.es), a mis amigos, a mis compañeros de trabajo y a todas las personas que confían en mí.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Mami, que cabrona eres.

"Jose, mamá está muy malita. Está ingresada en Reina Sofía, le ha dado un infarto"... como iba yo a pensar en ese momento, que jamás volvería a ver a mi madre viva.

8 de febrero de 2007, jueves. Recuerdo que era mi día libre. Mi mujer trabaja durante todo el día en esas fechas, por lo que comí tempranito y me fuí a la base a entrenar. Esa tarde no me llevé el móvil a correr. Al regresar y abrir mi taquilla, ahí estaba mi teléfono indicando varias llamadas perdidas de mi padre. Llamada fatídica que nunca hubiese querido recibir. Desde ese mismo momento hasta que llegué a Córdoba en coche, no recuerdo absolutamente nada. Tengo un pequeño "vacío" mental desde las 16.30 del jueves día 8, hasta las 23.30 del viernes día 9, momento en el cual, el Doctor, nos certifica a mi padre, mi hermana y a mi, la muerte de "la Angelita". Imágenes de mi madre en la UCI y del pasillo del hospital con esa ventana al fondo en la izquierda, es lo único que queda en mi mente de esos dos días, que sumados a un largo día de tanatorio y otro de sepultura, marcarán unos de los 4 peores días de mi vida.

"La Angelita", que puedo contar de ella. Siempre se salía con la suya la cabrona (asi nos dirigíamos el uno al otro en ciertas ocaciones, cabrón y cabrona, nos encantaba). Desde su sillón, con un teléfono en la mano... era capaz de controlar el mundo. Era la persona ideal para solucionarte ese problema que jamás pudiste resolver, eso sí, desde su sillón y con el teléfono. Si te faltaba algo, no te preocupes, que te lo arreglaba para que en pocos minutos lo tuvieses... desde su sillón y con el teléfono. ¿Las mejores vacaciones que puedas pasar? ella las organizaba... desde su sillón y con el teléfono. Que crack. La cabrona tenía que marcar los números con las yemas de los dedos, porque sus largas y preciosas uñas de porcelana (las cuales cuidaba varias veces al mes), no le permitían hacerlo de otra forma. Se me viene un recuerdo que me contó mi padre a la mente... a la persona que realizó su admisión (administrativa) en el hospital segundos antes del infarto, le estaba enseñando sus uñas de porcelana. Injusta vida... mira bien mis uñas porque dentro de 10 segundos voy a morirme (debió pensar su subconsciente en ese momento).

A la hora de salir, no eras tú capaz de ver a otra mujer más conjuntada que "la Angelita". ¿Qué el bolso era rojo?... pendientes rojos, pulseras rojas, botas de taconazo rojas, abanico rojo... digna de observar. Los 62 añazos mejores cumplidos de la historia, y lo digo como persona, no como hijo. Quien la conoció sabe que tengo razón. A toda esa belleza exterior, sumadle la interior... que era la que verdaderamente la engrandecía.

Mami, te fuiste sin avisar. No me dijiste adiós. Llevaba desde enero sin verte. Quedaban muchas cosas por compartir. Me pesa que no hayas disfrutado de tu nuera... otra cabrona como tú. Me pesa que no me llevases del brazo en mi boda (aunque quien tomó el relevo ese día, lo hizo genial, y orgullosísimo que estoy). Me pesa que no estés disfrutando de tu bisnieto. Me pesa todo sin tí.... me pesa que te hayas ido.

Estás conmigo, lo se... y no me dejes nunca.Te quiero cabrona.

domingo, 21 de agosto de 2011

Objetivo cumplido

8.20 horas. Zona de boxes. Bici colocada en su lugar, casco, gafas, zapatillas, dorsal, todo el material preparado para recibirme en cada una de las transiciones. Estoy listo para la salida, pero aún quedan 40 largos minutos de espera... la bocina sonará a las 9.00 h.

Me dirijo hacia la playa junto con mi entrenador y mis compis de prueba. Trotamos un poco, hacemos ejercicios de movilidad articular, nos vamos al agua a calentar nadando. Ya queda menos. Estoy de los nervios. Llegan los técnicos de la federación. Nos colocamos detrás de la línea de salida. 360 almas amantes del triatlón están dispuestas a dejarse la piel en el intento. Falta poco. Toca santiguarse, mirar al cielo: "mami, Iñi... va por vosotros". Listos.. ya!!! suena la bocina... al agua!!!

Un fuerte oleaje hace que la entrada al mar, y posteriormente la salida, haya sido especialmente dura. Patadas, codazos, puñetazos, son síntomas de un "sálvase quien pueda" o "mariquita el último". Así transcurrieron los 100 primeros metros de la prueba. LLego a la primera boya, embudo, giro a la izquierda, ahora toca nadar "recto" paralelo a la orilla. El oleaje en este tramo se nota algo menos, pero puedo sentir el vaivén de mi cuerpo cada vez que me atravesaba lateralmente una ola. No se me hace muy largo este tramo, estoy disfrutando. Levanto la cabeza, la boya final está ahí... la natación está casi culminada. Giro a la izquierda y aquí viene el peor tramo. Intentar salir del agua con este oleaje. Notaba como la ola a la vez que me elevaba, me succionaba de nuevo "hacia atrás", que largo se ha hecho. Por fin pongo pié en tierra. Una marea de gente nos aplaude y anima... esto mola.

Aproximadamente 150 metros separan la orilla del mar de mi bicicleta. Llego a la zona de boxes. Corro hacia mi lugar. Veo una gran cantidad de bicicletas aún "aparcadas". Me animo yo mismo: "vamos Albertito, que toda esta gente aún está detrás tuya". Me asombro, pues son bastantes. Llego a mi bici, gorro y gafas de natación fuera. Me coloco las de sol, el casco, agarro la bici y junto a ella salgo corriendo. Un juez indica el lugar donde ya podemos subirnos, así lo hago. Doy un pequeño salto, coloco los pies en mis zapatillas, pedaleo, comienza una nueva aventura.

Ya habia reconocido el terreno anteriormente junto a mi mujer en el coche. No iba a ser fácil. Menudo repecho de kilómetro y medio nos esperaba. Era un circuito de 5 kms. al que teníamos que darle 4 vueltas, por lo que esa "cuestecita" me esperaba con los brazos abiertos en varias ocasiones. Al final todo salió bien y mis piernas han podido con ella. Mi mujer, que se encontraba en la curva de entrada a meta de bici, me animaba en cada vuelta. Se agradece muchísimo.

Última vuelta. A pocos metros del final saco los pies de las zapatillas. Pedaleo con ellos fuera. Otro juez indica donde debemos saltar de la bici. Levanto la pierna derecha, me apoyo en la izquierda, doy un pequeño salto y empiezo a correr con la bici a mi lado. Queda lo más duro, quizá porque es donde más fuerte estoy ahora mismo, la carrera a pie.

Llego a mi lugar en boxes, suelto la bici, me quito el casco, meto los pies en mis zapatillas y a correr!!! la transición ha sido rápida, visto y no visto. Los primeros metros son duros al bajarte de la bici y comenzar con la carrera. No se mueven los mismos músculos en cada una de las disciplinas, por lo que eso pasa factura al principio. Pasa 1 minuto y ya acaba todo, ahora toca apretar los dientes. Comienza la carrera a pie.

El paseo marítimo está lleno de gente aplaudiendo. Eso te lleva en volandas. He disfrutado como un enano en este tramo. 5 kms que perfectamente podian haber sido 10, no hubiese tenido problema en terminarlos. Mi mentalidad de pasarlo bien y disfrutar de esta primera vez, me ha pasado factura y podía haberla hecho más rápida... 4.07 min/km de media y gastando bromas con el público, es la prueba.

Falta poco, veo la meta. Esto se acaba. Aprieto un poco los dientes. LLego al arco de llegada, toca santiguarse de nuevo, mismo mensaje para los de "ahí arriba", miro al cielo, lanzo un beso, se acabó... 1 h. 21' 45". Puesto 189º de 316º finalizados. Mi primer triatlón ha sido un éxito. Quiero más.



P.D. Gracias a Rubén Bravo Zuñiga, a Jose María Merchán Illanes, a OFSport, a mi mujer, a mi familia, y a mis compañeros y amigos que apuestan por mi.




viernes, 19 de agosto de 2011

Que poquito queda

Me falta un día para debutar en mi primer triatlón. Estoy nervioso. El imaginarme a pie de playa con el neopreno puesto en espera de que se produzca la salida, hace que en mi estómago se produzca una sensación de cosquilleo agradable. Todo ese nervio, ese cosquilleo, se compensa con la seguridad de que voy a hacerlo bien. Voy preparado para, sufriendo, hacerlo lo mejor posible. Marcar ese tiempo que me he propuesto, disfrutar de la carrera, sentir esa combinación de modalidades... nadar, pedalear, correr.

Llevo un tiempo preparándolo, y quiero dar las gracias a Rubén Bravo por iniciarme en los entrenamientos y a Jose María Merchán, que ha cogido "el relevo" de entrenador. Son las personas que han conseguido o están consiguiendo, que mi entrenamiento cada día sea más duro y más competitivo, y que hacen a diario que me esté apasionando este deporte.

Quiero dedicar este Triatlon a mi madre y a mi amigo Iñigo. "Terrenalmente" se lo dedico a mi mujer, que me acompaña y apoya en todo lo que hago, y que es "la ayudante" del triatleta el próximo domingo.

lunes, 15 de agosto de 2011

Tú tienes la culpa

21 de enero de 2010... una noche que cambió la vida de muchas personas.

Ese jueves te fuiste. Te marchaste haciendo lo que más te gustaba. Fuiste partícipe del tremendo vacío que has dejado en muchas personas. El agua, que tanto te gustaba surcar a nado con tus largas palas, fue la que te arropó para despedirte. Estuviste en sus brazos unos días. Ella quería disfrutar de tí igual que tú lo hacías de ella. Atracción mutua.

Tienes la culpa (bendita culpa) de que me preocupe más de los míos y más allegados, de que haya visto la vida de otra manera y hoy esté felizmente casado con mi esposa, de que valore más un te quiero, una sonrisa, una caricia. Tienes la culpa de mi nuevo reto, el triatlón. Tienes la culpa de que te recuerde a diario. Tienes la culpa de que cada noche, después de besar la foto de mis padres y recordar a mi madre que está contigo, te mande un beso a tí. Tienes la culpa de que tu foto esté colgada en el tablón de uno de mis dormitorios. Tienes la culpa de que tu cantimplora esté en mi taquilla. Tienes la culpa de que tus mallas deportivas largas, estén en mi cajón (gracias Ra). Tienes la culpa de que cada km. que recorro entrenando a pie, en bici, nadando, vengas conmigo. Eres culpable de que cada día que pasa, más te eche de menos.

Te quiero amigo.